Autoevaluación

Sebastián Contreras – Actor

Evaluación de Pares

Evaluación de Pares

Evaluación Sara Lucia

Evaluación de Pares

Evaluación Johann Gelvez

Evaluación de Pares

Evaluación Maestra Abdenis Bermúdez

Evaluación de Pares

Evaluación Maestro Juan Carlos Valcárcel

Un vistazo atrás

Desde que tengo memoria siempre me han disgustado las estructuras cuadriculadas del pensamiento. De niño, odiaba las matemáticas; las clases de trigonometría y de álgebra eran insufribles para mí. Detestaba las clases de química y física porque no representaban un verdadero reto al pensamiento desde mi punto de vista. Para mí ya todo estaba escrito, eran pensamientos inamovibles y no había posibilidades de hacer algo nuevo. Y como un niño inocente y juguetón de 10 años, decidía escaparme de clases para ir al lugar donde florecieron las pasiones de mi niñez… El salón de teatro y música. Mi Colegio nunca fue una institución que incentivara el pensamiento artístico y creativo en sus estudiantes, y aunque inicié tocando la batería en la escuela, desde mi punto de vista, sabía que allí nos trataban de amoldar a la visión empresarial de un empleado. No quería convertirme en un señor encorvado y con corbata sentado frente a una máquina todo el día, adentro de un lúgubre y desalmado edificio. ¡No! Siempre supe que yo forjaría un destino diferente.

Inicié mi formación artística en la Academia Casa E, donde estudié teatro y actuación por 4 años. En esa época tenía una concepción bastante cerrada en lo que al arte escénico se refería; para mi había dos opciones, la línea de la danza y la de la actuación. Sin embargo, todo cambió cuando fui admitido en la carrera de Artes escénicas de la Universidad Javeriana. No todo el arte está dividido en clases de actuación y danza. Aprendí en mi primer año que hay posibilidades infinitas en el arte escénico. Por ejemplo, me di cuenta que el performance, permite infinitas combinaciones cuando dialogan el cuerpo, el movimiento, la voz, el audiovisual, la dramaturgia, la danza y muchas más formas de expresión. Muchas puertas se abrieron a mis pies…

Mi ciclo básico fue un golpe directo al ego. Durante mi formación en Casa E, siempre estuve en una zona de confort, sentía que se me daba con cierta facilidad pararme en el escenario y accionar e improvisar. Sin embargo, en la clase de Principios de actuación I, con la profesora Sofia Monsalve, todo fue diferente. Ella, a través de su entrenamiento de la danza del viento, me hizo ser consciente de que tenía que afianzar mi estructura y postura corporal, me di cuenta de la manera poco orgánica en la que la desarrollaba mi movimiento. También me señaló mi falta de verosimilitud en la palabra y siempre remarcaba que era un estudiante muy mental, que le daba muchas vueltas a la misma idea. Mi primera reacción no fue la mejor, estaba en una burbuja constante de negación y no podía entender cómo mis compañeros, sin la experiencia que yo tenía, podían estar avanzando en la clase más que yo.

No todo fue frustración. El segundo semestre de mi ciclo básico, fue uno de los más satisfactorios en cuanto a aprendizaje, evolución, disfrute y goce. Avancé rápidamente en el reconocimiento de mi cuerpo estudiando arduamente las coreografías de ballet que nos proponía la maestra Juliana Atuesta. Exploré el ritmo y el equilibrio en el módulo de danza contemporánea con el maestro Rafael Nieves. Día a día las coreografías se hacían más largas y pesadas, no era para nada fácil, pero, aun así, me divertía. Sobre todo, por el hecho de estar bailando al lado de compañeros que tenían muchos años de formación en danza. Por supuesto, yo no la tenía y fue grato darme cuenta que mi experiencia como baterista, me ayudó en cuanto a las nociones básicas del ritmo, la musicalidad y la motricidad en las extremidades.

Siempre he sentido amor profundo por el juego y la locura a la que este conlleva cuando se exacerba.   Fue en la clase de Principios de actuación 2, impartida por el Maestro Mario Escobar, donde lo pude ratificar. Por primera vez, sentí que podía expresarme, jugar, gritar y trabajar honestamente, gracias a la metodología dinámica del Clown en pro de trabajar los conceptos básicos de la actuación. Gracias a estos avances y resultados encontrados durante mi ciclo básico, empecé a vislumbrar mi camino por el ciclo profesional de la carrera. Ya había descubierto que me intrigaba el movimiento y el flow que permite la danza.

Pero sin duda uno de los descubrimientos más valiosos de mis inicios en el ciclo profesional fue la clase de Teatro gestual. Un espacio dirigido por el Maestro Leonardo Martínez, en el cual se estudia a profundidad la técnica del Mimo corporal dramático. Esta práctica busca principalmente, a diferencia de la pantomima, no sustituir la palabra por el cuerpo, sino infundir drama en el cuerpo, que el cuerpo sea un elemento expresivo y dramático tan potente que permita al ejecutante, como al participante, hacer visible el mundo invisible del arte por medio de la acción física.

Esta clase no sólo fue estricta con mi manera de organizar el trabajo escénico, sino, que me enseñó la precisión del trabajo del actor, la disciplina de cómo hay que abordarlo y cómo podía extrapolar todos estos aprendizajes a un lenguaje que me ha apasionado desde niño como el mundo audiovisual.

En el Laboratorio de Exploración audiovisual, dirigido por el Maestro David Moncada, pude ver más allá de lo evidente, buscar soluciones creativas a cualquier obstáculo. (Teniendo en cuenta que justo empecé mi proceso de investigación en el laboratorio en la época del temible COVID-19) Esto se ve evidenciado en los resultados y en las muestras audiovisuales que preparé, puesto que me vi en la obligación de juntar todas mis pasiones para autoproducir pequeños cortos audiovisuales con música original y todo enteramente grabado con la ayuda de mis compañeros. Adicionalmente, se sumarían dos de los elementos más importantes que hoy en día caracterizan mi práctica profesional como artista, la pasión por la música y la percusión (que inicié desarrollando en la adolescencia) y que terminaría de explotar en el Ensamble titulado, Soundpainting, dirigido por el maestro Felipe Ortiz, donde participé como actor y baterista.

En el siguiente semestre, participé como ejecutante del ensamble de Teatro físico titulado, Mi amigo de cristal, la desenfrenada historia de 18 historias. Durante este proceso, pude desarrollar una de mis mayores pasiones, la acrobacia. El interés se acrecentó porque pude compartir escena con Santiago Pinto, ya egresado de la carrera y con gran habilidad para la acrobacia. Rápidamente Santi, se convirtió en un ejemplo para mí, ya que veía cómo utilizaba la habilidad de la acrobacia en pro del trabajo del actor. La técnica de teatro físico trabajada en el ensamble exigía mucha fuerza, destreza, agilidad y precisión. Posteriormente, también fui entrenándome en esta técnica y sintiendo una gran afinidad por el trabajo del cuerpo, del movimiento acrobático.

Después de este enriquecedor camino, se presentó la oportunidad de vivir una de las experiencias más enriquecedoras de toda mi vida, tanto artística como personalmente. Me embarqué en la aventura de irme seis meses a estudiar mimo corporal en Barcelona, en el Intitut del Teatre de Cataluña. Nunca pensé que esta experiencia me abriría los ojos de la forma en que lo hizo. El intercambio fue exactamente un mix de todo lo que cultivé aquí en Colombia. Vi clases de Acrobacia, de teatro gestual, de acciones físicas, de danza contemporánea, de lenguaje musical y una puesta en escena maravillosa de clown.

Trabajé con personas de todo el mundo, visité lugares que yo sólo podía imaginar en películas. Fue el momento de madurar y ver lo hermosa y solitaria que puede ser la vida, de darme cuenta de que tenía que valerme por mí mismo y que mi arte no valdría nada si yo no trabajaba por darlo a conocer. También fue una oportunidad para reconocer el potencial de desarrollo que tengo en áreas que me exigen un trabajo más complejo como la escritura de dramaturgia teatral. Ahora me gusta escribir todo el tiempo escenas, fragmentos de poesía y diálogos teatrales, para pulir cada vez mas mi estilo y mi técnica de redacción para que se vean reflejadas en el momento de ser llevadas a escena.

De la misma manera reconozco el potencial de desarrollo que tengo para el análisis e interpretación de textos dramáticos e introspectivos en el lenguaje de la actuación en cámara. Amo profundamente el cine y la manera en que este lenguaje puede construir mundos enteros sólo con un plano. Siendo esta ultima la razón por la cual, ahora quiero especializarme en el trabajo de la actuación para la cámara, y sé que lo voy a desarrollar puesto que estoy becado como estudiante internacional en la Escuela TAI en el Máster de interpretación audiovisual en Madrid.

Este soy yo, este es mi proceso y estoy orgulloso de lo que ha sido. Hubo obstáculos gigantes, pero nunca lo suficientes para darme por vencido. Soy implacablemente obstinado con mi arte y a pesar de esta nueva dirección audiovisual para mi carrera, sigo amando el teatro puesto que me he desempeñado toda mi vida en este oficio y lo seguiré haciendo. Soy fiel creyente que mi deber como artista es lograr maravillar a la gente transformando la realidad en un lugar de posibilidades creativas. Veo mi cuerpo como un elemento artístico orgánico importante en la construcción de significado. Soy un ejecutante versátil pero diestro en mis prácticas artísticas que me llevaran al reconocimiento y a los escenarios de muchos países. Quiero transformar la realidad en una oportunidad de cambio, empezando por cambiar mi propio pensamiento. Acudir al juego, la emoción, la música y el movimiento para lograr sensibilizar a la sociedad con cada una de mis interpretaciones.